Como voz principal de la banda pionera del 2-Tone, el estilo imperturbable de Hall lo convirtió en estrella y lo ayudó en todas las vicisitudes de la fama, los cambios en los rankings de ventas y la decadencia británica.
Texto de Adam Sweeting y Alex Petridis para theguardian.com – 19 y 20 de diciembre de 2022.
Traducción, compaginación y aclaraciones: Lepo.
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Terry Hall, famoso por ser inexpresivo, arisco y levemente amenazante, murió a los 63 años tras una enfermedad corta. Salió disparado hacia la fama a fines de los ’70 con la banda multirracial e innovadora The Specials, de Coventry [155 kilómetros al noroeste de Londres]. Emergieron como consecuencia del punk, con una mezcla de ska y new wave burbujeante y cargada de política, y disfrutaron de un éxito instantáneo con su disco debut homónimo, que llegó al Puesto 4 de ventas británicas. Por un tiempo, el centro de operaciones de los Specials, 2 Tone Records, se volvió el sello más exitoso del Reino Unido, con publicaciones de Madness, The Beat y The Selecter además de las propias.
Su segundo disco More Specials, incluyó una paleta musical más amplia y jazzera y picó al Puesto 5. La banda entró al Top 10 con los singles «Gangsters», «A message to you Rudy», «Rat race», «Stereotype» y «Do nothing» y su cumbre fue el clásico «Ghost town» de 1981.
Hall nació en Coventry, donde su padre trabajaba en la fábrica aeronáutica Rolls Royce y su madre en la planta de autos Chrysler. Tenía dos hermanas mayores. Aunque demostraba potencial académico, aprobando con facilidad sus exámenes, era lo suficientemente habilidoso para el fútbol y lo invitaron a probarse en el West Bromwich Albion. Pero sus padres le dieron poco apoyo en cualquiera de los dos casos.
Su infancia quedó marcada por su experiencia con un abuso sexual horroroso: cuando tenía 12, lo raptó uno de sus profesores y lo entregó a las garras de una red de pedófilos, en Francia. Habló de ese episodio en la canción «Well fancy that», un tema que grabó con Fun Boy Three en 1983.
Los eventos traumáticos causaron que a Hall le recetaran valium a los 13 años y los efectos de esas experiencias continuaron persiguiéndolo.
Dejó la escuela a los 14 y pasó por una serie de trabajos temporales, incluyendo albañil y aprendiz de peluquero, antes de entrar a la banda punk Squad como cantante principal. Hall describió a la banda despectivamente:
-Era onda «1, 2, 3, 4» y después hacíamos ruido dos minutos, parábamos y decíamos «1, 2, 3, 4» de nuevo.
Cuando Squad teloneó a una primera formación de los Specials conocida como los Automatics, el tecladista Jerry Dammers quedó impresionado e invitó a Hall a sumárseles. A Hall le gustaban las canciones de los Automatics, lo suficiente como para aceptar, aunque iba a hacer falta un poco de pulido y perfeccionamiento antes de que surgiera el sonido distintivo de los Specials.
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En Dance Craze, la filmación tremendamente fascinante de un recital de 1981, registrado en la cumbre de la movida 2 Tone, los Specials interpretan «Enjoy yourself», una canción alegre que databa de 1949. La intro es larga y lenta, reflejando el interés creciente del compositor Jerry Dammers por el jazz y el easy-listening, que «contaminaría» controversialmente el segundo disco More Specials. Luego la canción hace erupción en un ska frenético y los integrantes de la banda cobran vida de repente, saltando y corriendo por el escenario. Excepto Terry Hall, que continúa parado más o menos petrificado, con la cara imperturbable y asintiendo ocasionalmente como única concesión a lo que pasa a su alrededor. Mientras la canción progresa, los integrantes del público empiezan a treparse al escenario y bailan, inundando a la banda. Alegremente, Dammers se zambulle entre ellos, pero Hall se retira al fondo del escenario, al lado de la batería. Sigue cantando mientras mira fijo de manera amenazante al caos frente a él.
Era un momento muy «Terry Hall». Todos recuerdan a los Specials en su plenitud como una masa electrizante de energía cinética, caricaturesca. Cuando el programa cómico británico Not the Nine O’ Clock News trató de parodiarlos torpemente, fue con una canción titulada «Me gusta rebotar». Pero Hall era siempre el ojo de la tormenta: se podía mover ocasionalmente al ritmo de la música. En un momento de Dance Craze, se baja del escenario y le canta directamente a la alborotada primera fila. Pero en comparación con sus compañeros de banda, era una estatua que dirigía a la multitud o al espectador en su casa, con una mirada fija triste y sin pestañear.
Su voz también tenía algo fijo y triste. Hall nunca trató de imitar a los viejos vocalistas de ska jamaiquino, ni cuando ensayaba su material. En cambio, cantaba con una voz británica sombría y espontánea, que podía llegar a ser un lamento si era necesario. Era perfecta para las letras de los Specials, que en su disco debut evocaban una visión extremadamente lúgubre de la Gran Bretaña de fines de los ’70 (la violencia acechando en cada esquina; las batallas entre diferentes culturas juveniles y el progreso del partido de ultraderecha National Front) y se volvían más desalentadoras en More Specials, donde se metían en la mezcla los accidentes aéreos, el envejecimiento, el alcohol al volante y la paranoia nuclear (en «Man at C&A», coescrita por Hall).
Más que la velocidad y la ferocidad con que tocaban los Specials; más que el estilo guitarrero rockanrolero punzante de Roddy Radiation; era Hall el que los conectaba con el punk… o al menos con Johnny Rotten.
-Simplemente la manera en que se paraba en el escenario y miraba fijo durante media hora. Su postura era como la definición de «quedarse quieto» -decía entusiasmado Hall sobre el frontman de los Sex Pistols.
El alarido angustiado, ondulante, que libera Terry a modo de estribillo en el single «Ghost town» de los Specials, no hubiera sonado fuera de lugar en el disco contemporáneo The Flowers of Romance, de Public Image Ltd.
La imagen pública de Hall resultaba tan penetrante, que un rumor alocado circulaba en las plazas a principios de los ’80: que él sufría un problema de salud que le afectaba los músculos de la cara y eso lo hacía «físicamente incapaz de sonreír».
Ocasionalmente uno tenía la sensación de que él disfrutaba de resaltar eso: cuando cantó «Do nothing» en Top of the Pops, se tiró de rodillas como un cantante romántico agitado, pero luciendo una expresión de aburrimiento total.
-Hola, hola, soy Terry y voy a ser el primero en disfrutar -decía de manera inexpresiva en More Specials, en el cover de «Enjoy yourself».
Por otro lado, una de las pocas cosas en la que coincidían retrospectivamente los siete integrantes de la banda, era que en los Specials no había mucho de que reírse. La mera intensidad de su éxito y una cantidad de trabajo devastadora, no hacían mucho por favorecer las relaciones dentro de la banda. A meses de la publicación de su primer single, «Gangsters», ellos habían creado tanto un género propio como una movida juvenil completa. Sus presentaciones en vivo tenían una tendencia a atraer problemas.
Su postura antirracista hacía que tanto sus shows como la propia banda fueran blanco de los matones del National Front: el guitarrista Lynval Golding resultó seriamente herido en un ataque racista en Londres Sur. Pero el público se podía salir de control sin la interferencia de la ultraderecha. En su gira de 1980, la violencia en el público estropeó los recitales de Newcastle, Leeds y Cambridge. En este último show, Hall y Dammers intervinieron para parar las peleas de la multitud con los patovicas. Ambos quedaron detenidos, imputados por incitar a los disturbios y los multaron con 400 libras [2.500 dólares actuales].
Ninguno de los integrantes de la banda parece haber salido sin traumas de la experiencia de sus 18 meses de fama, pero la presión le pasó factura particularmente a Hall, que luchaba con su salud mental.
-Era todo un drama -le contó a The Guardian en 2009-. No tenías espacio ni por una o dos horas, porque a cualquier lado que ibas había chabones que habían viajado 15.000 kilómetros para verte en vivo y no tenían donde parar, así que tenías que meterlos a tu habitación y tenías que pasar la noche despierto con ellos, hablando de los putos Specials.

Anunció su partida de la banda en el backstage de Top of the Pops, donde iban a interpretar «Ghost town», un retrato profético, inquietante y siniestro de la decadencia urbana, que llegó al Puesto 1 de ventas el día posterior a que hicieran erupción los disturbios en varias ciudades de Gran Bretaña.
Armó Fun Boy Three con sus excompañeros de los Specials Golding y Neville Staple. El single debut «The lunatics have taken over the asylum» llegó al Top 20; algo que hablaba más del nivel de afecto residual por los Specials, que del potencial comercial de la canción: era tan lúgubre que «Ghost town» sonaba positiva y alegre. Y preparaba el terreno para el disco debut, una aglomeración experimental sorprendente, densa y claustrofóbica, con percusiones inspiradas en África y voces siniestras. Se impulsó hasta el Top 10 a cococho del cover atípicamente alegre del jazz de los ’30 «It ain’t what you do, it’s the way that you do it», grabado con Bananarama.
Por una parte, Waiting de 1983, era más liviano que el debut: producido por David Byrne de los Talking Heads, en la versión estadounidense incluía el fantástico hit popero «Our lips are sealed», que Hall había compuesto con Jane Wiedlin de las Go Gos, hablando de su relación clandestina. Pero también contenía «Well fancy that», un repaso inquietante del abuso que sufrió Hall de niño. Incluía la letra «Viajes escolares a Francia. ¡Mirá vos! La pasabas bien y se convirtió en un delito sexual».
Hall comentó:
-La única manera que pude lidiar con esa experiencia fue escribiendo sobre eso en una canción. Fue muy difícil de escribir, pero quería comunicar mis sentimientos.
Y si querías evidencias del amplio gusto musical de Hall (no siempre notorio en los Specials), Waiting abría con un cover alegre del tema de las adaptaciones fílmicas de las novelas de misterio de Miss Marple de Agatha Christie.
Dicha amplitud se volvió más notoria aún tras la separación de Fun Boy Three, poco después de la publicación de Waiting. Más adelante, Hall dijo que se pasó el resto de los ’80 distanciándose «lo más posible de los Specials». Y claramente había una sensación de repudio a su pasado en la siguiente banda que armó, The Colourfield, cuyo disco debut Virgins and Philistines incluía casi exclusivamente música que había estado prohibida bajo las reglas de la tierra arrasada del punk y el post-punk: folk-rock acústico dulce y easy-listening con fusión latina. Tocaron el hit «Thinking of you» en Pebble Mill at One, un simpático programa diurno de entrevistas de la BBC: un ambiente impensable para que aparecieran los Specials.
El disco siguiente, Deception, más pulido, incluía covers de los Monkees («She») y Sly and the Family Stone («Running away»), además de una selección de temas propios que ilustraban la energía floreciente de Hall como compositor, en particular la hermosa «Miss Texas 1967».
Después armó el trío Terry, Blair & Anouchka, que escarbó más profundamente en el pop inspirado en los ’60 y ’70 en su único disco, Ultra Modern Nursey Rhymes, un verdadero clásico perdido. Aunque pareciera improbable, Hall tenía una facilidad genuina para el pop alegre. Como para subrayar a dónde apuntaban, concluía con un cover del fantástico hit sentimentaloide «Love will keep us together» de Captain & Tennille (1975). Así como la influencia global de los Specials se volvió clara de inmediato gracias a la ola de bandas ska-punk estadounidenses, Hall nunca había parecido tan alejado de la música que los había inspirado.
Pero Ultra Modern Nursey Rhymes no llegó a entrar a los rankings de ventas. De manera similar, hubo pocos compradores para Vegas, el dúo electrónico que armó con Dave Stewart de los Eurythmics y para los discos solistas de Hall en los ’90, Home y Laugh, a pesar de la fuerza de sus canciones. Escuchá la versión de «Sense» de los Lighting Seeds, que Hall compuso junto a Ian Broudie, o las guitarras gloriosas y tintineantes de «Sonny and his sister».
Mejor aún fue The Hour of Two Lights de 2003, donde Hall colaboró con Mushtaq Uddin de Fun-Da-Mental: un disco de fusiones musicales notablemente ambiciosas, con la participación de raperos argelinos, la banda gitana-polaca Romany Rad, un cantante libanés de 12 años y la pianista de jazz Zoe Rahman. Podría haber sido un tremendo lío, pero funcionó, evocando una sensación de amenaza global. Si alguien familiarizado con la obra de los Specials pudiera detectar la voz de Hall a un kilómetro de distancia, aún así no se parecía a nada de lo que había publicado. Un testimonio de sus inquietudes musicales.
Durante los ’90, Terry usó la bebida como apoyo y cayó en el alcoholismo. En 2004 trató de matarse y posteriormente le diagnosticaron trastorno bipolar, que había que controlar con medicación antipsicótica.
Pero tarde o temprano, se inclinó a lo inevitable: inspirado al ver en vivo la reunión de los Pixies, aceptó la reunión de los Specials. Desde el comienzo persistió el mismo mal humor que plagó su primera encarnación. Dependiendo de qué versión creyeras, Jerry Dammers fue despedido o se fue después de un par de ensayos. Pero fue un éxito comercial enorme: la primera serie de recis vendió 45.000 entradas en una hora.
Los recis fueron victoriosos y festivos, aunque las relaciones en la banda continuaban siendo inflamables: se fueron Roddy y Neville. Sumado a la muerte del baterista John Bradbury en 2015, la banda se redujo al núcleo de Hall, Golding y el bajista Horace Panter. Y aún así, los tres siguieron y tarde o temprano publicaron dos discos nuevos.

Aunque nadie rankee a Encore (2019) ni a Protest Songs (2021) por encima de los Specials ni More Specials, eran mucho mejores que lo que algún detractor insinuó que sería un disco de los Specials sin la participación de Dammers, que después de todo era el arquitecto de la banda, el compositor principal y el líder de facto en su auge. Ambos discos fueron admirablemente indiferentes a simplemente recalentar el viejo sonido de los Specials: te daban la sensación de que el mismo espíritu incansable que había impulsado la trayectoria solista de Hall estaba detrás de sus diversificaciones hacia cosas como el funk y los covers de Frank Zappa.
Quizás siguieron adelante para demostrar que, contrariamente a la sabiduría popular, los Specials habían sido más que un show unipersonal o para subrayar que el mensaje izquierdista y antirracista de los Specials era tan relevante en el Siglo XXI como a fines de los ’70 y principios de los ’80: Encore incluía tanto una canción titulada «BLM» [Black lives matters, La vida de los negros importan] y una aparición de Saffiyah Khan, una joven que había sido fotografiada enfrentando a manifestantes de la Liga de Defensa Inglesa (EDL) con una remera de los Specials. O quizás simplemente estaban disfrutando de una manera que pocas veces lo habían hecho en la primera encarnación de la banda.
Hall daba una imagen inesperadamente alegre en las entrevistas y se ponía contento con todo, desde un aumento en la cantidad de mujeres que iban a sus recis, hasta ser apto para el boleto gratuito de bondi para mayores de 60.
-Me encanta tener 60 -le contó a un entrevistador-. Siempre pensé que iba a hacer mi mejor música entre los 60 y los 70.

No iba a suceder. Pero es difícil que el potencial de la trayectoria de Terry Hall esté insatisfecho. Fue el integrante característico de una de las bandas más queridas e influyentes de su época, pero más que nada, rechazó que lo acorralaran en su enorme legado: como habrás adivinado por la imagen capturada en Dance Craze, quedándose parado mientras hacía erupción un manicomio a su alrededor, Terry Hall prácticamente hacía la suya.
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